Lavar las verduras antes de cocinarlas. Ducharnos. Tirar de la cadena cuando utilizamos el cuarto de baño. Abrir el grifo para lavar los platos o lavarnos las manos. Son acciones cotidianas de nuestro día a día con las que generamos un agua residual. Cuando pensamos en residuos, lo primero que nos viene a la cabeza es la basura, pero el agua también es un residuo. Y como tal, tan importante es su tratamiento como los efectos perjudiciales sobre el medio ambiente. Además de residuales, también se conocen como aguas negras o aguas fecales. Si quieres saber más sobre el tema, sigue leyendo. En este post te explicamos todo lo que necesitas saber sobre las aguas residuales. Además, si quieres dedicarte a la depuración y potabilización del agua, échale un vistazo al máster en depuración y tratamiento de aguas.
Índice de contenidos
¿Qué es el agua residual?
Por agua residual entendemos las aguas contaminadas, sin importar cuál es el origen de esa contaminación. Pueden ser contaminantes químicos, sustancias fecales u orina, por ejemplo. Son las aguas que acaban en el sistema de alcantarillado de nuestras ciudades.
A estas aguas se añaden otras, como el agua de la lluvia que se mezcla con las aguas negras. Luego veremos los diferentes tipos de agua residual, pero también pueden tener un origen industrial. Sobra decir que son aguas sin valor inmediato, de modo que no podremos utilizarlas sin procesarlas antes.
Características de las aguas contaminadas
Antes de nada, deberíamos tener claro que las aguas naturales tienen concentraciones de sustancias externas, aunque minúsculas. En el caso de las residuales, hablamos de sustancias generadas por el ser humano. A grandes rasgos, nos encontramos con que el agua residual es un 99% de agua natural y un 1% sólidos. A su vez, estas sustancias se dividen según su origen entre sólidos en suspensión, diluidos o inorgánicos.
Por elementos sólidos en suspensión tenemos las toallitas, compresas, papeles y elementos similares que podemos encontrar flotando en el agua. Los sólidos diluidos van desde el jabón con el que nos lavamos la mano a grasas, sulfatos o fósforo. Los sólidos inorgánicos son tóxicos: arsénico, mercurio, cromo, zinc, plomo, cadmio… Más allá de la influencia humana, la característica común es que no podemos utilizar el agua para su fin original.
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Tipos de aguas residuales
En su día, la Comisión Europea lanzó la directiva 91/271 CEE de Tratamiento de Aguas Residuales Urbanas. Es el documento clave para clasificar estas aguas negras según su tipología. En esta directiva encontramos hasta tres tipos de agua residual: doméstica, industrial y urbana.
Aguas residuales domésticas
Las generamos en casa, fruto de nuestra actividad doméstica y actividades metabólicas. El gran problema es la materia orgánica que contienen, suspendida o disuelta. Suelen ser sustancias biodegradables, y generamos grandes cantidades de nitrógeno, fósforo o sales minerales.
Aguas residuales industriales
Son aguas generadas por la actividad industrial y comercial. Son las más complicadas de gestionar, pues encontramos vertidos de características muy diferentes. Si a esto le añadimos la gran carga de contaminantes que contienen, el problema es mayor. En ocasiones presentan contaminantes químicos, de modo que no podemos tratarlas de forma convencional. Debido a su toxicidad y efectos devastadores a largo plazo, tienen una regulación especial.
Aguas residuales urbanas
Por una parte, tenemos las aguas residuales domésticas que ya hemos visto y por otra las aguas pluviales. A menudo estas aguas, y las industriales, se recogen en un mismo colector que las traslada a una planta depuradora. Para verter aquí sus aguas industriales, las empresas tendrán que acondicionarlas previamente.
En teoría, son unas aguas con una composición y carga contaminante homogénea. Esto debería facilitarnos su tratamiento, pero no siempre es así. Según el núcleo de población donde las generemos, encontraremos unas sustancias u otras en mayor o menor medida. Cuántos habitantes hay, la presencia de industrias o el tipo de industria también afecta a la contaminación de estas aguas.
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Efectos contaminantes de las aguas negras
Ya hemos visto alguno de los efectos contaminantes de las aguas negras, empezando por los efectos tóxicos. Algunos de sus compuestos dañan la flora y fauna que consumen estas aguas. Debido a estos contaminantes, podemos ver la alteración de las zonas donde descargan. A su paso, estos elementos contaminantes dañan los espacios, provocando cambios físicos a lo largo del tiempo. De este modo, perdemos espacios naturales o áreas recreativas.
El agua residual puede ser un foco de infección. Tanto en su curso como en caso de contactar con plantas o animales, estamos ante un potencial peligro. Si comemos alimentos contaminados por esas aguas, corremos el riesgo de que se transmitan enfermedades. Incluso una vez vertidas al mar, podemos sufrir sus efectos en peces, criaderos de ostras y mejillones o similares. Vemos que algunos residuos líquidos industriales pueden causar polución térmica. Por último, estas aguas fecales son foco de males olores.
¿Cómo tratar las aguas fecales?
Ya hemos visto que las aguas fecales se canalizan, y acaban en plantas depuradoras. Allí, el objetivo será recuperar el estado original del agua y que podamos consumirla. Cuando las aguas llegan a estas plantas, pasan por una fase preliminar donde se eliminan los sólidos flotantes más grandes. En una primera etapa, eliminamos los sólidos en suspensión y añadimos una serie de compuestos químicos.
A continuación, eliminamos la materia orgánica mediante un proceso de oxidación natural biológica. Finalmente, en una tercera etapa, se eliminan los patógenos. Gracias a estos procesos, eliminamos todos los contaminantes y las aguas vuelven a su estado original. Tras el proceso, cumplen con todos los estándares de calidad para volver a ríos, lagos o mares.
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Métodos de tratamiento de aguas residuales
Dentro de este proceso, nos encontramos con tres opciones para ello. La primera es el método físico que nos permite separar los residuos sólidos grandes. Podemos hacerlo por sedimentación, filtración, flotación, etc. Los métodos químicos dependen de las propiedades químicas del contaminante o del reactivo que hemos incorporado. Por último, con los métodos biológicos eliminamos los contaminantes mediante reacciones químicas.